Cómo resolvemos nuestros problemas.
Muchos de nosotros evitamos considerarnos parte de los problemas que nos afectan. Nos resulta más fácil buscar la causa fuera de nosotros y echar la culpa a otros de lo que nos sucede.
Cuando escribo estas líneas, me doy cuenta que esta manera de actuar y hacer que os describo, está mucho más presente de lo que me gustaría en mí día a día.
Lo veo en mí, cuando a veces culpo a mi marido de que no me escucha, a mis hijas porque no están haciéndome caso o a algún compañero porque no está haciendo las cosas como yo esperaba. Y también lo veo en las personas de mi entorno. Hace poco veía a mi hija de 5 años enfadada con la mesa por estar ahí cuando pasaba corriendo y darse un golpe. “Ha sido culpa de la mesa, me decía entre lágrimas y buscando consuelo”.
Seguro que si paráis a pensar, veréis que en algún momento elegís esta opción sin ser demasiado conscientes y además convencidos de que tenéis razón.
Lo que es posible que no veamos es que poniendo la culpa fuera, nos estamos declarando y hace que el culpable siempre sea el otro. Nos convertimos en las víctimas de muchas de las situaciones con las que nos encontramos, nos exime de responsabilidad y nos evita el trabajo de tener que hacer algo al respecto.
Y al mismo tiempo, como el otro es el culpable de lo que a mí me ocurre, no hay nada que yo pueda hacer. No nos damos cuenta, de cuánto limita nuestras posibilidades de acción, de poder hacer algo y de resolver las dificultades.
Y si en lugar de buscar culpables ante una situación determinada nos preguntamos qué es lo que hacemos nosotros al respecto. Se trata de asumir nuestra responsabilidad y antes de culpar, preguntarnos qué depende de nosotros para evitar una situación o tratar de solucionarla. Descubriréis un mundo de posibilidades que se abren y de las que antes no erais conscientes y os convertiréis en protagonistas de vuestras vidas.