La naturaleza nos dio dos ojos, dos orejas y una boca para que pudiéramos observar y escuchar el doble de lo que hablamos.
Epicteto
En mi humilde opinión, saber escuchar tanto en el mundo de las organizaciones como en la vida en general es fundamental. Y muchas veces, la vorágine del día a día hace que le restemos importancia y demos prioridad a otros temas. Posiblemente si viéramos los beneficios y resultados que se pueden conseguir cuando se escucha activa y profundamente, nos ayudaría a prestarle más atención y ver que es un área interesante en la que poder trabajar.
Se ha planteado ¿cuál es su nivel de escucha en su día a día? En el trabajo: Con sus jefes, colaboradores, en las reuniones de equipo, con un cliente… Y en su casa: Con su pareja, sus hijos, sus padres, hermanos… ¿Se siente satisfecho de cómo escucha y cómo le escuchan los otros? ¿Qué valoración hace? Y cuando hablo de escucha, me refiero a una escucha activa y profunda. Y para poder reflexionar más en detalle sobre ello, a continuación describiré en qué consiste el proceso de la escucha y qué habilidades son útiles para mejorar en la escucha.
Cuando escuchamos básicamente hacemos dos cosas. Por un lado oímos y por el otro hacemos una interpretación de aquello que percibimos. Cada uno interpreta desde su propio mapa mental (es decir, teniendo en cuenta sus experiencias, emociones, valores y creencias) y esto genera que haya constantes problemas de comunicación y una brecha interpretativa entre lo que dice la persona que habla y lo que recibe la persona que escucha.
Un primer paso para mejorar en el proceso de la escucha es haciéndose consciente de que existe esta brecha interpretativa. Y esto le va a ayudar a darse cuenta de que uno es responsable tanto de lo que dice como de chequear y verificar que la otra persona ha comprendido lo que le ha dicho. Cuando es usted la persona que habla puede resultarle útil preguntar: “¿qué has entendido de lo que te he dicho?”. En cambio, si es usted la persona que está escuchando puede resultarle útil decir: “dame un minuto para verificar contigo si estoy escuchando bien lo que me planteas…”.
Para comprender mejor lo que la otra persona quiere transmitirle, se pueden desarrollar algunas habilidades que pueden ser muy útiles:
- Trabajando la mirada: Es sencillo pero no siempre la ponemos en práctica. Cuando alguien le hable, mírele a los ojos y muéstrese atento e interesado. Con esta acción tan simple, posiblemente escuche mejor y haga que el otro se sienta escuchado y se abra más en su comunicación.
- Trabajando el silencio: A muchas personas les incomoda el silencio y en muchas de las conversaciones que mantienen les cuesta dar espacio a esos momentos de silencio que a veces son tan necesarios. Es importante ponerlo en práctica, pues si no hay suficiente silencio difícilmente pueda escuchar. Se debe practicar el silencio exterior que permite estar callados y sin interrumpir a la persona que habla y también el silencio interior que permite escuchar con autenticidad y libre de pensamientos. ¿Les ha pasado alguna vez que se piensa que está escuchando al otro y en realidad se está escuchando a usted mismo (es decir, lo que opina de lo que le está diciendo, cuál va a ser la explicación y argumentos que le dé cuando deje de hablar, aquello que le pasó a usted en relación al asunto)? Cuando sucede esto, no se pone en práctica el silencio interior.
- Trabajando el respeto o aceptación: Es necesario aceptar que uno no tiene la verdad absoluta y que cada uno tiene su mundo interpretativo además de ser humilde, libre de juicios y permitiendo a la persona que habla que dé su punto de vista.
- Trabajando la atención: Escuchar lo que dice la persona que habla y tener en cuenta cómo lo dice, con qué tono, desde qué emoción, bajo qué presupuesto y para qué lo dice.
- Trabajando la apertura y flexibilidad: Escuchando al otro se abre la posibilidad de poder aprender algo nuevo. Y cuando hay flexibilidad se puede escuchar al otro con la mente abierta, con ganas de comprender lo que dice y bajo qué marco interpretativo está hablando.
Cuando uno se asegura que las personas con las que habla se sienten escuchadas, comprendidas, aceptadas y no juzgadas, posiblemente mejore sus habilidades de comunicación. Además, la escucha es esencial para que haya empatía (entendiéndola como “la capacidad que permite captar y comprender las ideas, sentimientos y emociones de los otros, sin juzgarles”). Escuchar lo que se dice, lo que no se dice, desde dónde se dice y cómo se dice. Escuchar cuál es el lenguaje desde el que se habla, cuáles son las emociones y cuál es la corporalidad.